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El amor como fuerza sanadora

Hace tiempo atrás restablecí la relación con una persona cercana a la que veía a diario.

Esta persona siempre estaba quejándose, lamentándose por todo, su mantra era que la vida era sufrimiento.

 

Desde mi posición de buscar solución a los problemas, le daba consejos para que pudiera estar mejor, sin embargo era como si se los dijera a una pared, no me escuchaba.

 

Un día aburrida de su actitud de víctima, me dediqué a juzgarla y tuve una discusión con ella.

 

Pues bueno, como la vida es muy inteligente.

Al día siguiente, la "victimista" era yo.

 

Estuve unas horas sintiéndome como esta persona, pesimista totalmente, me sentía víctima, no sabía que me pasaba no parecía ni yo, es como si me hubiera llevado "el cuerpo del dolor" (como nombra Eckhart Tolle) de esta persona.

 

Mi pareja intentaba animarme y darme consejos, pero en la frecuencia en la que estaba, esos consejos caían en saco roto, sonaban como lejanos y una parte de mi no los quería tener en cuenta.

 

 

 

Sumergida en ese estado, comprendí que lo único que realmente necesitaba es que me amaran y me aceptaran así como estaba. Que ese estado de "víctima" pudiera ser abrazado, no redimido. 

 

Tuve que ponerme en el lugar de la otra persona para así poder comprenderla.

 

Cuando tomé conciencia de todo, ese estado de "víctima" se esfumó al instante. Y derivó en una inmensa compasión hacia esa persona.

 

Cuando la volví a ver, la dejé ser, aceptándola sin juicio, no queriendo "arreglarla", no observándola desde la mente sino desde el corazón.

 

Con el paso de los días, su relación conmigo se transformó, aquel rostro quejumbroso empezó a esbozar cada vez más y más sonrisas. Dejó de contarme sus penas y empezó a contarme sus alegrías.

 

 

Fue cuando la amé, que pudo transformarse. Sin necesidad de intelecto, consejos ni palabras, solo con amor.

 

Un estado no es más ni menos valioso si estás más o menos alegre, triste, enojado o preocupado, los estados son temporales, emociones duales hechas para la experiencia de la tridimensionalidad.

No comparables a nuestro ser.

 

A veces necesitamos "arreglar" a alguien porque no podemos mantener ese estado, nos incomoda.

 

En este salón de los espejos que es la vida, también me hizo ver porque yo no era capaz de sostener ese estado en la otra persona: no me permitía sentirme mal frente a los demás, solo me permitía estar siempre feliz frente a los demás.

 

Gracias a ello, mi crisálida tuvo una nueva grieta, una oportunidad para ser más real.

 

Para contemplar que también en la tristeza, el enojo, apatía... hay belleza. Y es nuestra resistencia y juicio a la misma que hace que no salgamos de ella.

 

Lo irónico es que cuando nos damos permiso de sentir una emoción "negativa" esta sale de nuestro campo, nos atraviesa como una niebla, en cambio cuando nos resistimos a ella esa niebla se densifica y se queda anclada en nuestro campo energético. 

 

 

 

Las personas (incluidos nosotros mismos) no necesitan ser "arregladas", tan solo...ser amadas.